Hace meses tomé la decisión de venirme a México a vivir y trabajar; tras varias semanas de valorar los pros y contras, decidí que era una alternativa que no podía rechazar. En esos momentos de reflexión, a uno se le pasan un montón de cosas por la cabeza, y los miedos al cambio son numerosos. A pesar de todo ello, la evolución personal y profesional que se origina con este tipo de cambios es sorprendente.
Porque marcharse a trabajar fuera generalmente ha estado asociado a situaciones muy concretas: jóvenes estudiantes que salen un par de años de su país para estudiar y quizás tener una primera formación, profesionales muy cualificados a los que su empresa les ofrece una expatriación con condiciones interesantes, o momentos de necesidad en el que los profesionales deciden emigrar para obtener un sustento para vivir, para lo que se marchan a países que ofrecen oportunidades laborales.
Y en todas esas situaciones, uno siempre piensa en todo lo que se 'deja' aquí (seres queridos, entorno 'seguro' y conocido, ...), y especialmente en todas las problemáticas que uno encontrará en el país de destino (barreras idiomáticas, culturas desconocidas, profesionales diferentes, soledad, ...). Pensamos en definitiva que de alguna manera estamos abandonando una zona de comfort en la que ya nos hemos acostumbrado a manejarnos con soltura, y lanzarnos a la aventura de conocer una situación que puede ser absolutamente distinta, en la medida en la que 'todo' será novedoso.
Sin embargo, es precisamente ese cambio drástico el que nos permite dar un giro personal y profesional a nuestras vidas, permitiendo una evolución que no sería posible (al menos en tan corto espacio de tiempo) si nos quedásemos. Porque trabajar en el extranjero supone enfrentarse a situaciones nuevas a las que seguramente no estamos acostumbrados, y que nos obligan a mantenernos constantemente en tensión y en un estado de aprendizaje continuo.
Mi estancia en México está resultando absolutamente impactante. Diariamente tengo que 'enfrentarme' a situaciones completamente nuevas, que me 'tocan' tanto la parte personal como profesional. Aquí, sin duda alguna, las cosas son muy distintas a lo que pueda existir en España. El ritmo de vida y de trabajo, el tipo de profesional que me encuentro, el escenario social, la motivación de las personas con las que colaboro, ..., todo ello me obliga a estar constantemente alerta.
Y la consecuencia es que supone un aprendizaje que pocas veces he tenido, al menos en lo que a intensidad se refiere. En definitiva, se trata de una experiencia única e insustituible, que considero que cualquier persona debería experimentar en algún momento de su vida. Por necesidad o deseo propio motivado por la inquietud, la experiencia de trabajar en el extranjero y convivir en una cultura distinta, ofrece unas posibilidades de desarrollo que no deberíamos dejar de escapar.
Te agradezco que esta entrada, si te ha gustado, la puedas compartir en tus redes.
Me encanta tu actitud positiva y abierta al aprendizaje.
ResponderEliminarPara mi, es clave la experiencia internacional, te permite obtener una visión diferente de la forma de trabajar y relacionarte, que hará que vayas donde vayas, siempre escojas las mejores pautas a la hora de trabajar. Es más, considero que todos los profesionales de RRHH deberían tener una experiencia internacional amplia para poder aplicar luego las mejores prácticas en sus empresas.
ResponderEliminarPara todos aquellos interesados en irse a trabajar fuera no lo dudeis y poneros en contacto con Work And Travel Guide, es una empresa española especializada en buscar trabajo en Reino Unido y Alemania. Tienen diferentes programas y se encargan de todos los trámites y gestiones de cada candidatura!
ResponderEliminar