Las actitudes de los demás hacia nosotros son el reflejo de lo que transmite nuestra marca personal. Como si de una sombra se tratase, nos acompaña permanentemente, por lo que de lo que se trata es de aceptarla, reconocerla y gestionarla correctamente.
Fuente CC: bachmont |
En cualquier terreno en el que nos movamos, tanto personal como profesional, o incluso en el mundo físico o virtual, mantenemos una serie de comportamientos que envían 'señales' a nuestro entorno; son recibidas y procesadas por los demás, lo que da lugar a interpretaciones múltiples, aunque en ocasiones no generemos aquellas que a nosotros nos gustaría. Y eso se produce por muchas razones distintas: prejuicios, atención escasa o nula, malinterpretación, problemas en la emisión o recepción del mensaje, ... Pero en cualquier caso, a menudo se produce un juicio inmediato que nos clasifica en una determinada categoría, y probablemente así quede 'para siempre'. Porque al final todos necesitamos clasificar entre tanta información diferente, lo que nos permite tener una idea aproximada de lo que estamos viendo y para qué nos puede servir. A menudo es una cuestión basada en la utilidad.
En cualquier caso, ese juicio inicial condiciona las actitudes posteriores que el entorno tendrá con nosotros, y eso tiene mucha importancia cuando lo centramos en el ámbito de la marca personal y su relación con la generación de oportunidades profesionales. Porque nuestro futuro profesional está en juego, cualquiera de nosotros quiere transmitir lo mejor de sí mismo.
Partiendo de esta premisa, y de que mientras un trabajo es temporal, la marca personal es para siempre, lo que nos queda es la necesidad de gestionarla adecuadamente, desde la consciencia. Este es un punto para mi fundamental, puesto que no seremos capaces (excepto aquellas personas naturalmente dotadas para ello) de generar sensaciones de valor en nuestro entorno, si no analizamos detenidamente qué es lo que nos identifica como personas y profesionales, y proyectamos todos estos valores y competencias a nuestro alrededor.
Precisamente por la sobresaturación de información que recibimos en cada momento, sería excesivamente ambicioso pretender que siempre lograremos crear percepciones de valor en nuestra comunidad, especialmente en el corto plazo. Pero mucho más difícil será posicionar nuestra identidad profesional si no hemos hecho un buen trabajo previo.
Por tanto, ya que la marca personal es una aureola que los demás pueden 'sentir', puede ser conveniente preguntarse qué es lo que estamos transmitiendo en los demás: energía, desesperación, profesionalidad, competencia, cariño, ..., y actuar en consecuencia.
Hasta mañana.
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