Pero qué malos son los calentones. Eso mismo le pasó a un directivo de la marca España, que en un momento determinado envió un comentario desafortunado a través de Twitter. La consecuencia: fue inmediatamente destituido. Le podría haber pasado a cualquiera, pero las consecuencias pueden ser nefastas para nuestra marca personal. Porque más vale prevenir que curar.
Fuente CC: Luis Beltrán |
Independientemente del calado político de esta noticia y de los motivos que impulsaron a esa persona a realizar públicamente el comentario, se trata de un caso yo diría que bastante habitual que demuestra una gran irresponsabilidad en el uso de las nuevas tecnologías. La enorme facilidad de acceso a esas tecnologías junto con un desconocimiento más bien general de sus posibilidades y especialmente posibles efectos, nos hacen caer en el olvido de que los entornos digitales no constituyen un compartimento estanco, sino que están estrechamente vinculados al mundo real. Cualquiera cosa que hagamos en la Red está automáticamente expuesta dada su gran poder de alcance, y por ello ser accesible por prácticamente cualquier persona, en cualquier momento y lugar.
Y nuestras acciones en la Red dejan un rastro digital, concepto de esencial importancia, dado que son automáticamente registradas. Por tanto, ya importa relativamente poco que alguien no nos lea inmediatamente, ya que puede hacerlo en cualquier momento, incluso después de que puedan haber pasado años desde el momento inicial de la creación del contenido original.
Y desde el momento en que ese contenido que generamos, conscientemente o fruto de un calentón momentáneo, es recibido y procesado por otras personas, automáticamente se produce un juicio de valor que condiciona la percepción que se tiene sobre nuestra marca personal. Y no sólo eso, sino que ese comentario podrá expandirse por vías de las que seguramente no tendremos ningún control. Me viene a la cabeza la idea de que es mucho más fácil que se comparta con otros una mala noticia, que una buena.
Por tanto, está en juego nada más y nada menos que nuestra reputación, nuestra marca personal en definitiva. Una vez generados los contenidos será complicado eliminarlos, ya que los buscadores los habrán indexado para su mejor localización posterior. Eso sí, siempre podremos tener alguna oportunidad para eliminar nuestro rastro y hacer efectivo nuestro derecho al olvido, aunque en cualquier caso será mejor ser consciente de las posibles consecuencias de nuestros actos, antes de llevarlos a cabo.
Hasta mañana.
2 comentarios:
Cuando se vive en un pueblo pequeño el anonimato no existe. Nos hemos ido convirtiendo en seres anómimos a medida que nos hemos hecho habitantes de ciudades masificadas y grandes empresas.
Nos hemos olvidado de la importancia de las relaciones con los demás y de la importancia de nuestra reputación.
Pero es algo que va con nuestra naturaleza de seres sociales. Circunstancialmente hemos estado protegidos u ocultos tras la masa anómima. Pero ahora las cosas están cambiando...
Sí Paloma. Cobijarse bajo el anonimato es una elección perfectamente válida a la que cualquiera se puede acoger. Ahora bien, siempre y cuando no se use como parapeto para destruir.
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