Esto es obvio. Puro sentido común, dirás. A mi también me suena extraño cuando lo escribo. Pero el sentido común es a menudo el menos común de los sentidos. Porque lo obvio a veces no lo es tanto. A mí me va mucho mejor desde que estoy eliminando tares que no me aportan nada para llegar a mi objetivo.
Fuente CC: Otto Nassar |
Esta entrada no la escribiré desde el 'nosotros', sino que lo haré en primera persona, contando mi propia experiencia para que cada uno saque sus propias conclusiones y, quizás, algún aprendizaje útil.
Aunque escriba todos los días de la semana, en este blog y en otros, y además haya comenzado a escribir el libro que publicaré en Septiembre, son sólo algunas de las actividades que hago. Y todas ellas forman parte de la estrategia que me he fijado para conseguir el objetivo que me he propuesto.
Ahora bien, tengo la sensación desde hace tiempo que dedico demasiado tiempo a ciertas tareas que al final del día me dejan un 'mal sabor', una sensación de no haber adelantado lo suficiente, y a veces con una percepción de no haber contribuido a mi objetivo. Inicialmente pensaba que se trataba de una 'inversión', aunque me he dado cuenta que realmente suponía un 'gasto' innecesario, que me desenfocaba de lo que realmente importa, de lo esencial. Tareas como el mail, el gestionar los grupos de LinkedIn en los que estoy suscrito, y 'deambular' frecuentemente por Twitter, desenfocando mi atención en artículos que me llamaban la atención, no hacían más que hacerme perder un tiempo precioso. Porque caer en esta dispersión es increíblemente fácil; iba saltando de 'flor en flor' sin darme cuenta de que no conducía a nada provechoso.
Desde hace semanas estoy centrando mis energías y mi tiempo en aquellas actividades que contribuyen realmente a mi objetivo, y debo reconocer que me va mucho mejor. A modo de ejemplo, para que te hagas una idea:
- Cuando escribo, apago el teléfono y cierro todas aquellas ventanas del navegador que no sean el Evernote. Por tanto, fuera mail.
- Cronometro el tiempo que dedico a escribir, poniéndole siempre un tope.
- Los comentarios del blog los respondo lo antes posible, pero tratando de agruparlos en un único momento, y sin que ello se convierta en una prioridad que me distraiga de otras actividades de mayor valor.
- He cambiado las alertas de envío de los grupos de debates de LinkedIn, de diario a semanal. No te imaginas el aire que me ha dado esto.
- Dedico las primeras horas de la mañana a escribir, por considerarlas las más productivas. Por la tarde puedo realizar otras tareas más 'mecánicas'.
Espero haberte dado alguna idea práctica.
Hasta mañana.
4 comentarios:
Te comento Miguel Ángel, que coincido en la misma situación de planteamiento y decisión de 'limpieza' de suscripciones y alertas. A propósito en LinkedIn, que hice el cambio -como dices- de envío de las alertas (de diario a semanal) y en bastantes grupos, no funciona y sigue igual.
Todo es porque nos entra más por los ojos, de lo que abarcamos.
Te comprendo perfectamente Miguel Ángel.Luchamos en las misma batallas.
Buenas tardes Antonio. No lo entiendo, a mí me funciona a la perfección. Creo recordar que tuve que entrar grupo a grupo, para cambiarlas manualmente. Compruébalo por si acaso.
Hola Paloma. Cada día voy asociando productividad más a la calidad de las acciones que llevamos a cabo, más que al número de actividades que hacemos a lo largo del día.
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