LinkedIn no deja de ser una plataforma que nos da acceso a unas posibilidades enormes para hacer negocios, vender nuestros servicios, posicionar nuestra marca y encontrar empleo o talento. A pesar de ser un entorno 'virtual', he expresado en varias ocasiones que no por ello podemos hacer lo que queramos sin medir las consecuencias.
Por que LinkedIn no es Matrix. Al contrario, es muy real. A pesar de esa 'virtualidad', lo que hay detrás son personas de carne y hueso, que nos relacionamos entre nosotros. Y como tales relaciones humanas, se rigen de igual manera que en el mundo 'físico', mediante un decálogo de buenas prácticas.
Incumplir esas normas, rompiendo las reglas del juego, conlleva las mismas consecuencias que en el mundo 'real'. En LinkedIn (y en los 'social media' en general), un mal gesto, un comentario inapropiado, una despersonalización del mensaje, una salida de tono, ..., provoca las mismas consecuencias desastrosas que se pueden originar en un contacto presencial.
¿Y qué tiene que ver esto con la marca personal?. Mucho. La marca propia la controlamos nosotros con nuestras acciones, pero son los demás los que, con su percepción de nosotros, posibilitan el generar atención hacia nuestra marca, dándonos (o quitándonos) su confiabilidad. En definitiva, son ellos los que nos otorgan reputación con su percepción.
Ser políticamente correctos siempre ha dado mucho juego en las relaciones humanas, por lo que en la Red también puede jugar un papel fundamental.
Ahora bien, atendiendo a las reglas del juego impuestas en una red profesional como LinkedIn, el ser descortés, deshonesto, agresivo, o troll en general, nos deja automáticamente fuera. Porque a LinkedIn se entra para participar, debatir, compartir, manteniendo el respeto necesario, ya que se trata de una red con un foco eminentemente profesional.
No obstante, si el ser políticamente correcto implica expresar opiniones neutras, vacías de contenido, con el único fin de agradar a todo el mundo, estoy absolutamente en desacuerdo. Porque esa condescendencia no genera una percepción de valor en los demás. El enganche, el compromiso con la comunidad, en definitiva, la creación de una marca personal robusta, se consigue siendo uno mismo. Guste o no a los demás.
Y de esa forma los demás nos identifican, sabiendo lo que somos y lo que ofrecemos, sin ambigüedades. Y eso genera una marca personal auténtica y diferencial, ya que nos posiciona con respecto a los demás.
Y por último, si soy políticamente correcto sin decir nada, no aporto absolutamente nada a la comunidad. Y sin valor diferencial, es entonces cuando la 'virtualidad' de LinkedIn nos convierte en meros avatares irreales sin personalidad definida.
Hasta mañana.
8 comentarios:
Hola Miguel Angel.
Es inevitable estar de acuerdo con tu post (comentario neutro) PERO creo (me mojo) al margen de las "idas de pinza" que alguno pueda cometer y ampliando el entorno a la red en general, nuestras aportaciones exigen un cierto nivel de encorsetamiento precisamente por la huella "extemporánea" que dejas y que a la vez complica las posibilidades de espontaneidad y naturalidad. Al margen de ello no hay que perder de vista que, como en toda comunicación no se trata solo de lo que deseas decir sino de la predisposición de quien lee a interpretar correctamente. La vida real te da la oportunidad de corregir en tiempo real, la red …difícilmente. Todo ello sin verse abocado a caer en aquel viejo dicho que rezaba…”mas vale cerrar la boca y parecer tonto que abrirla y despejar las dudas”. Saludos y …como siempre gracias por tus posts.
Hola Rodrigo, gracias por tu comentario. Como siempre digo, se trata de la diferencia en ser observadores o participadores. Observar permite aprender desde la distancia, aunque se trata de un aprendizaje unidireccional, puesto que no se nutre de feedback.
Por el contrario, participar supone valentía, al compartir nuestra opinión y arriesgarnos a tener feedback del entorno, bueno o malo. y este retorno nos permite retroalimentar y mejorar nuestro aprendizaje.
Hola, buenas tardes a todos.
Desgraciadamente un mensaje escrito tiene connotaciones diferentes para el que lo escribe y el que lo lee.
Estoy de acuerdo en el que hay que ser uno mismo, pero con opiniones que influyen en la sensibilidad de la otra persona, tales como politicas, sociales o incluso deportivas, es complicado que sean trasmitidas de la forma que que se quiere contar, por escrito.
En la escritura se inhiben los gestos y la ironia.
Y claro, en la red todo permanece.
Gracias y bienvenido Juan. La comunicación es un proceso en el que siempre existirá un sesgo producido por cómo emitimos el mensaje y por cómo se recibe. Es más, diría que un mismo mensaje es interpretado de distintas formas en función de nuestro estado de ánimo y del receptor, de su predisposición a escucharnos, del contexto, de sus propias ideas, de sus deseos de escuchar realmente, ...
Y es precisamente con lo que comentas en relación a cómo nuestras opiniones pueden influir en la sensibilidad de la otra persona, donde realmente una marca personal puede posicionarse. Manteniendo la compostura y el respeto, debemos consolidar nuestra identidad expresando nuestra propia opinión, sin ambigüedades. Eso nos hará grandes.
Muy buen artículo. La educación, el saber estar, la corrección (política, religiosa, civil o militar) debe tenerse tan presente en el mundo virtual como en el físico: en ambos soy yo; en ambos me defino; en ambos me reflejo y en mabos me recoocen.
Gracias Myriam. Sí, en ambos mundos somos 'yo'.
Muy de acuerdo Miguel Angel, aunque siempre desde la prudencia y midiendo las consecuencias de nuestras opiniones (máxime si se está en búsqueda activa). Y a poder ser, mostrándose pelín impersonal cuando se trata de opinar/criticar/rebatir actitudes de posibles reclutadores...
Gracias María Jesús. Sí, claro. De lo que se trata es de ser uno mismo, expresando las propias ideas sin 'temor' a posibles interpretaciones de los demás (que las habrá), con el objetivo de demostrar a los demás (¿reclutadores?) que tenemos un carácter definido y marcado.
Eso sí, como bien dices esto no significa que podamos / debamos decir cualquier burrada que se nos venga a la cabeza. Decir lo que uno piensa pasa (bajo mi punto de vista), por controlar lo que se dice y cómo se dice.
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