Fuente: familymwr |
Hace tan sólo unos días hablaba con un amigo que trabaja en un sector donde todas las previsiones dicen que acabará desapareciendo pronto, o como mínimo se producirá un fuerte reajuste (de hecho, ya está sucediendo). Estaba preocupado por su futuro a corto/medio plazo, y me sorprendió sobre todo cuando me dijo que ya desde hace algún tiempo lo viene viendo. Es decir, no es una situación nueva para él. Le comenté que porqué no se reciclaba, puesto que en su mismo sector pero en on-line, existían posibilidades; sin embargo, su respuesta fue ambigua, me dio la impresión de que no estaba preparado para afrontar aún el cambio.
Y esto me hizo reflexionar sobre cuántos de nosotros trabajamos anticipadamente sobre nuestra marca personal, cuántos de nosotros intentamos adelantarnos a una situación que se nos puede venir encima en cualquier momento; en definitiva, cuántos de nosotros tratamos de controlar nuestro destino y coger las riendas de nuestro futuro.
Porque, ¿qué ocurre habitualmente cuando nos quedamos sin empleo?. Pues que no tenemos ningún plan, más allá de empezar a la desesperada a tocar nuestros contactos (probablemente a muchos de ellos no les hemos contactado durante años, por lo que la impresión que causamos cuando hablamos nuevamente con ellos suele ser negativa -'ahora me llama porque me necesita'-) e inscribirnos de forma indiscriminada en ofertas en portales de empleo. Si se cuenta con los suficientes fondos, algunos tratan de reciclarse adquiriendo conocimientos (idiomas, tecnología, ...).
Sin embargo, suele tratarse de una situación 'disruptiva' que nos deja 'fuera de juego', y que nos hace generar sentimientos de miedo ('¿cómo voy a abordar mi futuro?', '¿encontraré un empleo con la que está cayendo?', 'no hay trabajo', ...), incertidumbre ('¿qué voy a hacer ahora?, ¿cómo y dónde encontraré trabajo?, ...) y desesperación ('¿quién me va a pagar las facturas?', ...). En definitiva, un montón de emociones negativas que nos impiden razonar y reaccionar adecuadamente ante la nueva situación.
También es cierto que a algunos otros les puede parecer una enorme oportunidad para reorientar la carrera profesional (sí, lo reconozco, yo soy uno de ellos) y empezar a 'pilotar' su futuro.
Por tanto, lo mejor que puede hacerse, tanto si tenemos empleo como si no, es empezar a trabajar YA, desde este mismo instante. No pongamos excusas. ¿Qué podemos hacer?, a continuación algunas ideas básicas sobre las que debe trabajarse:
- ¿Cuál es nuestra situación actual?. ¿Tenemos necesidad de encontrar un empleo, de cambiar el actual, o por el contrario nos sentimos confiados con lo que tenemos?, ¿cuánto de urgente es?, ¿estamos en el sector profesional adecuado, o debemos de reorientar nuestra trayectoria?, ¿nuestras competencias se valoran en el mercado?, ¿nuestra experiencia se valorará en el futuro, o por en contrario tiende a perder relevancia?, ¿me gusta lo que hago?, ...
- ¿Hacia dónde queremos ir?, ¿qué queremos hacer?. Si no lo tenemos claro, iremos dando tumbos por el camino. Es preciso tener un 'destino' lo más claro posible para poder emprender el camino con ciertas garantías.
- ¿Qué tenemos que hacer para conseguirlo?, ¿cuánto tiempo nos llevará?, ¿con qué medios contamos?, ...
- Sin embargo, todo lo anterior no tiene sentido si no nos ponemos a 'andar'. Los pequeños pasos nos pueden ir abriendo el camino poco a poco y dando la seguridad necesaria para emprender acciones más grandes.
En cualquier caso, lo anterior no deja de ser un plan de acciones posibles que funcionará mejor cuánto más nos adelantemos; cuanto antes empecemos a reflexionar (y hacer), mejor será. Evitar las urgencias cuando se nos dan casos imprevistos, no suele traer buenos resultados.
Hasta mañana.
Hasta mañana.
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