Y hoy me toca hablar de cómo veo y valoro la responsabilidad en un comercial, ese valor que debe emanar de cualquier persona dentro de la organización, se trate del mismísimo Director General, o se trate del último de los empleados.
Creo que es muy fácil ‘echar balones fuera’, aludiendo que la responsabilidad de la decisión está en manos de los jefes, que uno tiene las ‘manos atadas’. Porque si lo hacemos así, uno parece que siempre puede estar tranquilo, sintiendo que no nos equivocaremos nunca, puesto que siempre contaremos con que otro tome por nosotros las decisiones. Es por ello que nosotros nunca ‘nos mojaremos’, sabremos que siempre tendremos razón, puesto que el no hacer nada garantiza que nunca nos equivocaremos… Nos acostumbramos a lo conocido, a lo fácil, sin salirnos de nuestro margen de confianza, lo cual creemos que nos da seguridad…
Porque la asimilación de la responsabilidad de nuestro trabajo, nos da un indudable valor, y no sólo frente a los demás, sino frente a nosotros mismos. Porque genera confianza y credibilidad. Yo me siento muy a gusto cuando cada persona de mi equipo, conociendo cuál es su trabajo y las expectativas que hay puestas sobre él, asume su responsabilidad y trabaja en consecuencia. Porque sé que puedo confiar, que esta persona va a tener un ‘motor’ propio que le va permitir moverse constantemente, sin necesidad de estar constantemente encima de él. Y esto tiene un valor incalculable.
¿Y cómo entiendo la figura de un comercial que asume su responsabilidad?: es responsable de su zona, de proponer las acciones que quiere llevar a cabo para mejorar sus resultados, de realizar el seguimiento oportuno detectando desviaciones y corrigiéndolas en caso necesario, se implica en su crecimiento y expansión sostenible, es ‘dueño’ de su cuenta de resultados, sabe cuál es su objetivo y consecución en cada momento, para eso no necesita a nadie más que a sí mismo, no puede ni debe depender de nadie en este aspecto, puesto que su implicación y asimilación de su responsabilidad, hará que el retorno esté asegurado.
La asunción de responsabilidades por cada uno de los miembros de un equipo, garantiza el buen funcionamiento de su engranaje, llegándose a convertir en un equipo senior. Permite que funcione de forma ágil y precisa, disminuyendo los enormes costes habitualmente necesarios en términos de tiempo de gestión, necesarios para comunicar, proponer, convencer, motivar, mover, argumentar, …
Creo que es muy fácil ‘echar balones fuera’, aludiendo que la responsabilidad de la decisión está en manos de los jefes, que uno tiene las ‘manos atadas’. Porque si lo hacemos así, uno parece que siempre puede estar tranquilo, sintiendo que no nos equivocaremos nunca, puesto que siempre contaremos con que otro tome por nosotros las decisiones. Es por ello que nosotros nunca ‘nos mojaremos’, sabremos que siempre tendremos razón, puesto que el no hacer nada garantiza que nunca nos equivocaremos… Nos acostumbramos a lo conocido, a lo fácil, sin salirnos de nuestro margen de confianza, lo cual creemos que nos da seguridad…
Porque la asimilación de la responsabilidad de nuestro trabajo, nos da un indudable valor, y no sólo frente a los demás, sino frente a nosotros mismos. Porque genera confianza y credibilidad. Yo me siento muy a gusto cuando cada persona de mi equipo, conociendo cuál es su trabajo y las expectativas que hay puestas sobre él, asume su responsabilidad y trabaja en consecuencia. Porque sé que puedo confiar, que esta persona va a tener un ‘motor’ propio que le va permitir moverse constantemente, sin necesidad de estar constantemente encima de él. Y esto tiene un valor incalculable.
¿Y cómo entiendo la figura de un comercial que asume su responsabilidad?: es responsable de su zona, de proponer las acciones que quiere llevar a cabo para mejorar sus resultados, de realizar el seguimiento oportuno detectando desviaciones y corrigiéndolas en caso necesario, se implica en su crecimiento y expansión sostenible, es ‘dueño’ de su cuenta de resultados, sabe cuál es su objetivo y consecución en cada momento, para eso no necesita a nadie más que a sí mismo, no puede ni debe depender de nadie en este aspecto, puesto que su implicación y asimilación de su responsabilidad, hará que el retorno esté asegurado.
La asunción de responsabilidades por cada uno de los miembros de un equipo, garantiza el buen funcionamiento de su engranaje, llegándose a convertir en un equipo senior. Permite que funcione de forma ágil y precisa, disminuyendo los enormes costes habitualmente necesarios en términos de tiempo de gestión, necesarios para comunicar, proponer, convencer, motivar, mover, argumentar, …
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